viernes, 15 de marzo de 2013

historia


Tenía que hablar con mi boca: las canciones
Desde ese regreso Isabel Parra no ha dejado de tocar ni de grabar en Chile. Sus discos recientes en esta tercera etapa han sido Como dos ríos (1994), Colores (2000), Continuación (2007) y una serie de antologías y reediciones que han vuelto a poner su música a disposición del público, incluido el compilado Ni toda la Tierra entera(2003, reeditado en 2006), que estrenó originalmente junto al libro y es la banda sonora de esta historia.








años

-En estos años que llevo en Chile, desde que volví y no me moví nunca más, todos estos temas de nuestra historia se han intentado blanquear -dice hoy-. Y mientras tenga aliento y energía voy siempre a poner el tema. Y fíjate que no es inútil el intento, porque en las pocas oportunidades que tengo de ir a la televisión, la gente me ha parado en la calle y me ha dicho "Qué bueno que dijiste lo que dijiste". Uno tiene esa posibilidad de ser pública y de tocar estos temas que son cotidianos, que no son sofisticados ni prohibidos: es una historia nuestra que tenemos que asumir para que esto no vuelva a pasar nunca más.














fuentes

Sin contar la discografía a dúo con Ángel Parra, había grabado los elepés Isabel Parra (1966), Volumen 2 (1968), Cantando por amor(1969), Violeta Parra (1970), De aquí y de allá (1971, recién reeditado en 2012) e Isabel Parra y parte del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic / Cuba (1972), además de su participación en el álbum Canto para una semilla (1972) obra compuesta por Luis Advis sobre versos de Violeta Parra para la interpretación de Isabel Parra e Inti-Illimani. En todos ellos había puesto un repertorio hecho de sus primeras canciones, folclor chileno y latinoamericano, obras de su madre, versos de poetas hispanoamericanos y música de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, trovadores cubanos entonces desconocidos en Chile, entre otras fuentes.















cantantes


La cantante chilena Isabel Parra reedita "Ni toda la Tierra entera", sobre el exilio que vivió.

Va a ser al aire libre y mientras cae la tarde. Este sábado 23 de marzo, en medio de la feria de artesanos celebrada en la Plaza Bogotá del capitalino barrio Matta Sur, Isabel Parra va a presentar la reedición de su libro "Ni toda la Tierra entera", el testimonio del exilio que vivió entre 1973 y 1987 durante la dictadura de Pinochet: un registro que, tal como su madre Violeta Parra escribe en el verso "Y el canto de todos que es mi propio canto", no es sólo personal, sino compartido con los miles que sufrieron ese destierro.







martes, 12 de marzo de 2013

la posibilidad de vivir

Entre risas cuenta que eso no es nada, porque en el Carnaval de Barranquilla, en el de su tierra, es cuando de verdad podrían tener motivo para expulsarlo. "No es lo que uno haga o deje de hacer", responde cuando se le pregunta si es que se convierte en una suerte de 'ángel caído' cuando está allá. Entonces se queda pensativo y aclara más bien que "es el hecho de disfrutar, de tener en la piel el sentimiento festivo". 

Lo cual él traduce como la posibilidad de vivir por un momento o por unos días en otra realidad, "donde la informalidad, la risa, la mofa, el desenfado, la tomadura de pelo y cierta actitud juguetona infantil son los protagonistas, en vez de la seriedad y el acartonamiento que llegan con la adultez".






lectores

Sin embargo, esos ángeles tentadores, que con el tiempo fueron perdiendo las alas y volviéndose más terrenales nunca le dieron problemas, a pesar de que cuando los exponía, sí se hablaba de ellos con un cierto tono polémico. En cambio, curiosamente fue la más inocente de las investigaciones pictóricas la que le provocó una afrenta con el clero. 

En una ocasión quedó fascinado con unas pinturas de ángeles que se encuentran en la iglesia de Sopó y empezó a averiguar por el origen de esos óleos, que eran anónimos. "Pero fue muy difícil -cuenta- porque el cura era muy celoso y ni siquiera me dejó bajar los cuadros para tomarles fotografías y hasta me expulsó en una ocasión de la iglesia, porque entré con unos amigos italianos para mostrarles las pinturas y él paró la misa y dijo: 'el señor que está interrumpiendo la eucaristía, que se salga', y me botaron como si fuera el demonio en persona y yo con el más santo de los propósitos". 








Casa Republicana


En ese sentido, se destaca el hecho de que en la sección de la época colonial hay variadas representaciones de la infancia idealizada; es decir, del que se quisiera que fuera el mundo perfecto del niño, a través del mundo religioso con pinturas del Niño Jesús y ángeles. En cambio, no hay documentación visual del entorno real de los niños abandonados, nacidos esclavos, ilegítimos (que eran un escándalo) o en su vida cotidiana.

Pero es en el segundo piso de la Casa Republicana donde se encuentra una de las partes más atractivas, pues se ven objetos que revelan por sí mismos las actividades en las que los niños invertían su tiempo: estudiar, jugar, trabajar y rezar. También se va haciendo evidente cómo los niños son descubiertos por el mercado como grandes consumidores.